Dijo asran, o algo parecido

Podría decir que he subido al tren en Sant Cugat y me ha llevado a Provença. Pero seria mucho más aproximado decir: Hojas cosidas de libreta que no permiten el arrepentimiento. Sólo cabe sepultar las palabras escritas bajo ríos de tinta. La luna está llena, sobretodo cuando mengua. Gente que habla calma, con voz constante, serena y vacía de ternura, cambiada por la vida. Con la cadencia que da la religión, el sometimiento. Con voz de capilla silenciosa, con grito apagado de altar, con los músculos resquebrajados por la eterna sonrisa. Con el bien como misión, criminlizando el mal y la falta de respeto. La dictadura del respeto, de la calma y del silencio. El ruido, el alboroto despierta sus monstruos. Monstruos hasta entonces bajo una máscara de paz. Hasta entonces sus tormentos embasados al vacío. El desorden es el orden de la naturaleza. Cómo anulan su voz al hablar de sus secretos, palabras, vicio que alivia su dolor o lo diluye. Cuchicheos, asran en voz mínima. Aguardan arrapados a un móvil silenciado. Miran excitados la pantalla. Pero sólo ven corriendo por el filo de la navaja las diosas de cada mujer. Despojo de estaciones mis ojos, como el parietal de un tren que refleja: Muntaner, Gràcia, Provença. Próxima estación. Y la voz no lo recuerda. Más tiempo, si miro fuera, de negra espera. Más tiempo en mi centro si miro dentro, además de asientos azules no reclinables. Rombos rojos indicativos, otra vez asfaltos y vías en su mesita de noche de neon. Y todo por decir con la mirada que un pie no está bien ubicado. Arrogancia. Si en realidad no hay sitio para un pie. Salvo otra orden enmascarada: Intenta venir una vez cada semana. Vuelvo a la ventana. Irrumpe la estación en el negro transcurrir de mi mirada.

Ru...fí